sábado, 30 de septiembre de 2017

Muerte en tres colores

Retomo este antiguo relato para el concurso "Tintero de Oro" en su edición de Septiembre de 2017, convocado por el blog "Relatos en su tinta"

La mano trémula de la muchacha sostenía, con la dulzura de una princesa, la del moribundo que agonizaba en su lecho de sábanas de seda. Apenas alcanzaba los sesenta, pero su rostro envejecido era el de un anciano carcomido por las tribulaciones que no habían dejado de acosarlo en los últimos años de vida. En las sienes casi no le crecía ya un mechón de cabello y la barba que remarcaba su regia barbilla estaba completamente encanecida. Las arrugas zigzagueaban sobre la piel sudorosa y sus labios agrietados balbuceaban, entre las nebulosas del delirio, sílabas candentes como la fiebre que lo consumía.

— Descanse, Padre —sonaron serenas las palabras de la joven, mientras los ojos abiertos del moribundo no dejaban de escrutarla.

— El aliento se me escapa, mi princesa —dijo él con la voz rasgada —¡Qué más quisiera mi alma que encontrar en la otra vida el descanso que se me ha negado en esta!

jueves, 21 de septiembre de 2017

Pensé que me querías

Pensé que me querías. Mi vida cambió al poco de conocerte, no tardamos en compartir nuestro día a día. Recuerdo que cada mañana tu cabello despeinado se entrelazaba con el aroma del café recién hecho. Costaba arrancarte la primera sonrisa, pero después todo era mucho más sencillo. Esa baratija que ya no dejaba de brillar entre tus labios me compraba como si fuese oro puro. Todo eso quedó atrás, consumido por el tiempo.

Me gustaba retozar con los rizos de tu pelo. Aquella melena negra hacía juego con el color de tus ojos. Te desafiaba a mantenernos fija la mirada, siempre eras la primera en perder la compostura y tu risa me hacía sentir culpable. Por poco rato, era un regalo demasiado generoso como para enredarse en culpabilidades absurdas.