martes, 9 de enero de 2018

Un chico sincero (Parte I de II)

Julio Carrascosa estaba sentado frente a la espaciosa mesa de trabajo, del otro lado el Doctor Bermúdez terminaba su sesión semanal con el muchacho. Era el suyo un caso difícil, una rareza de esas que se tenía la suerte, o la desgracia dependiendo la paciencia del profesional con el que topase, de encontrarse una única vez en toda una carrera. Pero aunque Bermúdez se hallaba ya en la recta final de su dilatada trayectoria, la dolencia representaba un reto en el que volcaba todos sus esfuerzos con la ilusión de un primerizo. Tras las gafas de montura de pasta que disimulaban unas cejas en exceso pobladas el médico repasaba las notas con que había llenado el cuaderno esa tarde. De vez en cuando se rascaba el pelo encanecido que a ambos lados de la cabeza delimitaban su prominente calva.

La consulta era un espacio decorado con gusto y cierto lujo, algo que el Doctor podía permitirse tras años de bien ganada reputación. Las paredes estaban pintadas de un amarillo tenue que contrastaba con la moqueta en verde aterciopelado que cubría el suelo. Los muebles de sobria madera de roble, siempre relucientes tras la limpieza matutina con que los mimaba la asistente, recargaban un tanto el espacio; aquí una amplia librería atestada de ejemplares, más allá una cajonera de manijas doradas y amplio espejo, la mesita de centro en mitad de la estancia rodeada por un voluminoso sofá forrado en cuero al que hacían coro tres sillas tapizadas en colores claros, y el mueble bar en una esquina, donde nunca faltaba género. Múltiples cuadros colgaban de las paredes recreando escenas de lo más variopintas y en la opuesta a la entrada, ocupando un lugar de honor, se enmarcaba el título que con tanto orgullo ostentaba el titular del despacho. "Amadeo Bermúdez y Olabarrieta, Doctor en Psicología", se podía leer en grandes letras. 

Bueno Julio, parece que vamos dando pasos cortos pero hacia adelante. En los últimos meses las crisis van siendo algo más espaciadas. 

Tenemos que poner fin a esto, doctor. Mi vida es un despropósito, no puede imaginarse lo que es convivir con este problema —suplicó el chaval con una voz que a pesar de su tono medido, reflejaba cierta angustia.

Me hago cargo, Julio.  Pero los problemas complejos requieren soluciones no menos complejas. Y sobre todo tiempo, en psicología el tiempo no se mide como en otras disciplinas, tiene sus propios ritmos, una escala particular más dilatada de lo habitual.

Le agradezco sus esfuerzos Doctor Bermúdez, aunque esto va más despacio de lo que me gustaría tengo que reconocer que ha habido progresos.

No quiero parecer inmodesto pero debo insistir en que estás en las mejores manos. Esta semana seguiremos trabajando en la Autocontención Emocional Primaria. ¿Recuerdas lo que hablamos sobre ello?

Sí Doctor, pero no es sencillo de llevar a la práctica.

Constancia Julio, constancia y autodisciplina, ese es el camino. Aunque te esfuerzas creo que todavía no es suficiente, debes volcar todas tus energías en el tratamiento. Con el tiempo conseguiremos que sea algo que sale de tu interior, como un acto reflejo, pero sólo lo lograrás visualizando tu objetivo las veinticuatro horas del día. ¡Más implicación, más esfuerzo, sin sufrimiento no hay progreso!

El muchacho lo miró con expresión distraída, la vista fija en algún punto de un horizonte inconcreto.

¿Nunca le han dicho que es usted un auténtico cabrón de mierda, Doctor?

Ya veo —asintió el médico con resignación.

¡Ahora mismo cogería ese maldito bolígrafo con el que no deja de jugar y se lo metería por el culo!

Muy bien, creo que por hoy hemos terminado —añadió el psicólogo con un suspiro —nos vemos la próxima semana, Julio.

En la sala se hizo un silencio incómodo. El Doctor se había levantado dando la sesión por finalizada, pero el muchacho permanecía sentado.

¿Ha vuelto a ocurrir, verdad?

Me temo que sí.

Lo siento, Doctor.

En fin, es mi trabajo. Pon en práctica lo que te he dicho.

Claro.

En la calle hacía frío, un frío húmedo que casi se podía tocar y calaba hasta los huesos.  Julio Carrascosa comenzó a caminar con paso lento, ajeno a los viandantes que paseaban embutidos en gruesos abrigos. Constancia y disciplina, cavilaba. Y tiempo, mucho tiempo. Demasiado tal vez.


***************

¿Cuántos van este año?

Cinco.

Julio lo soltó con resignación, de nada servía lamentarse acerca de lo que ya no tenía arreglo. Reme le tomó una mano y Carlos, para no ser menos, le obsequió con una palmada afectuosa en la espalda.

Es que después de decirle a tu jefe que el Periódico donde trabajabas es un panfleto vendido al gobierno que sólo sirve para limpiarse el trasero… lo raro sería que no te hubieran echado —dijo Carlos.

Eso dice él que dije. Y no hay nada de falso en esa afirmación —sentenció Julio —claro que la gente normal no va por ahí diciendo lo primero que se le viene a la cabeza, y yo…

¡Tú eres tan normal como cualquiera! —se apresuró a atajar Reme.

Cuando se ponía seria y fruncía el ceño de aquella manera a Julio le resultaba hasta graciosa, aunque tenía que reconocer que esa pose acentuaba un tanto su fealdad. Porque Remedios podía ser la mejor amiga del mundo pero no cabía duda de que fea, era un rato. Larguirucha y desgarbada parecía que al caminar cada una de sus extremidades quisiera tomar un camino diferente. Era morena de piel y cabello, y el flequillo enmarañado le oscilaba sobre las gafas cada vez que movía la cabeza. Pero el rasgo más característico de aquella extraña faz lo constituían los dientes retorcidos que escapaban de sus encías, daba la impresión que en cualquier momento fueran a propinar un mordisco ante el menor descuido. Desde luego que Reme era fea, muy fea, pero podía ser cuando se lo proponía la mejor amiga que uno pudiera echarse a la cara.

Si tú lo dices —se resignó Julio.

Seguro que no era el trabajo de tu vida, encontrarás otro mejor —apuntó Reme.

El sexto —bromeó Carlos con poca fortuna.

Te huele el aliento —sentenció Julio.

Carlos ahuecó las manos frente a su boca y exhaló, aspirando el aire en un intento por despejar la duda.

¿Qué haces? —preguntó Julio, extrañado.

Nada —respondió Reme por él.

Ciertamente vivir con un problema como el que padecía Julio Carrascosa era agotador, tanto para el propio muchacho como para sus amigos, más si cabe aún para éstos últimos. Claro que pocos eran los que lo sufrían, aunque en su caso primaba más la calidad que la cantidad. "Síndrome de Incontinencia Psíquica", lo habían bautizado, aunque tanto podían haberle puesto ese nombre como cualquier otro. 

El mal se traducía en que bajo situaciones de gran actividad emocional su cerebro desconectaba de la realidad por unos segundos, impulsando al chaval a decir en ese momento tal cual lo que pensaba, sin ningún freno o reparo que suavizase la contundencia de sus palabras. Pasada la descarga psíquica Julio era incapaz de recordar las frases que habían salido de sus labios, de forma que esos pocos segundos jamás habían existido en su memoria. Ni que decir tiene que tal defecto le había granjeado multitud de problemas de convivencia con sus semejantes, hasta el punto de que tan sólo Reme y Carlos habían sido capaces de soportar la presión a la que constantemente los sometía la enfermedad de su amigo. 

Remedios había asumido con resignación el hecho de que Julio le recordase constantemente lo poco agraciado de su físico. La cuestión del nombre ya era otro cantar; se encontraba en trámites para cambiarlo. Ana era perfecto, económico en cuanto a recursos del habla y poco dado a chascarrillos. A Carlos por su parte le resbalaba todo. O casi todo. Su poco éxito con las chicas era una constante en los lapsus mentales de su amigo, y en caso de existir, el chaval ostentaría probablemente el récord Guinnes de perfiles activos en redes sociales de contactos, obsesionado por acallar el constante bombardeo.

¡Esta noche salimos de juerga y nos olvidamos de todos los problemas! —Remedios parecía un general dando órdenes, un general de dientes retorcidos y gafas de culo de vaso.

No estoy muy seguro de que sea una buena idea, Reme—se quejó Julio.

Pues yo estoy de acuerdo, a ver si ligo algo —terció Carlos.

Mira, dos pájaros de un tiro, no se hable más.

Y así fue como aquel viernes noche se convertiría en una de las jornadas más recordadas que los tres amigos habrían de vivir nunca.

33 comentarios:

  1. Una introducción interesante sobre el problema de Julio, con descripciones concisas pero muy visuales sobre los personajes.
    Un inicio que deja con ganas de saber qué pasa ese viernes por la noche.
    Abrazos y feliz año, Jorge.

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    1. Que será lo que pasará... la respuesta en breve Mirella. Oye que espero que estén mejor y lo de tu hermana se vaya arreglando, aunque ya he visto algún comentario en tu blog al respecto. Gracias por pasar y feliz año!

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  2. Vaya tres patas para una mesa, como diría mi abuela. Una estupenda presentación de un trío que nos deja ansiosos por verlos disfrutando esa noche de viernes... y pobre de quienes se les acerquen, je, je, je. Atrapa. Un abrazo!

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    1. Si es que las abuelas sabían mucho, David. Gracias por la visita y un abrazo!

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  3. Buena introducción con la descripción de tres personajes que prometen pasar una noche cuando menos curiosa. Ciertamente la sinceridad puede acarrear ciertos problemas. ¿Qué ocurriría si no tuviéramos un filtro que frenase o modificase nuestros pensamientos a la hora de expresarlos? Espero no te demores en publicar la segunda parte. Un abrazo.

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    1. Pues sería interesante conocer la respuesta a esa pregunta Jose, tal vez la segunda parte de alguna pista. Un abrazo.

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  4. Has conseguido que me quedara con la intriga de qué pasó ese viernes. Así que espero la continuación para adivinar qué pasará.
    Besos

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    1. Pues espero que este fin de semana se resuelva el misterio Conxita. Bicos!

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  5. Qué bueno, Jorge. Pareces psicólogo. Has hecho una magnífica descripción de una dolencia que además es muy verosímil. No sé si existe, la voy a buscar en el DSM-5 a ver si la recoge, je, je. Pero no solo él, cada personaje está muy logrado y se nota el cuidado con el que los has construido. Me ha dejado muy intrigada saber por dónde llevará al pobre Julio. ¡Genial! Me ha impresionado mucho. Un abrazo y a ver cómo sigue

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    1. Uy como exista de verdad esta dolencia exigiré al colegio de psicólogos que me den el título. Tampoco esperes demasiado de esta historia Ana, es un cuentito para pasar el rato. Un beso.

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  6. No sé si el síndrome de incontinencia psíquica existe en realidad, pero es cierto que si todos dijéramos lo que realmente pensamos sería imposible la convivencia. Aunque, en el otro extremo, el cinismo más recalcitrante y la hipocresía tampoco ayudan demasiado a convivir, al menos a largo plazo.
    Genial, primera parte de un relato que anuncia al final una velada cuando menos curiosa. A ver qué les pasa a esos tres yendo de fiesta.
    Un abrazo, Jorge.

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    1. De ahí parte la idea ¿que pasaría si cada uno de nosotros conociera lo que piensan los demás en realidad? Nada bueno les pasará a estos tres... o si vete a saber. Abrazos Paloma.

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  7. Un placer el conocerte
    El baile de tus letras al leerlo
    tiene el ritmo que me da vida

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  8. Nada de raro. Yo conozco a un tío así. La única diferencia es que él recuerda perfectamente todo lo que suelta por su boca e, incluso se jacta de ello, creyéndose especial porque es capaz de decir siempre, "lo que piensa"... Yo creo que es un paripé para ir de "Risto" por la vida, pero bueno, dejemos eso que aqui, a lo que hemos venido, es a "hablar de tu libro" (la expresión ya es un clásico)
    Bueno Jorge, tú dirás qué quizás yo espero demasiado de tus relatos, pero que quieres, yo creo que te lo tienes merecido. Todos tenemos mejores y peores momentos, grandes trabajos y pequeñas "ñapas", pero el que escribe bien, escribe bien y tú lo haces. Aquí tenemos un relato de los de "pasar el rato". Como tantos de los que yo he escrito. Pero saliendo de tu pluma, se aprecia el buen resultado. Esa es la diferencia con muchos otros que pululan a miles por la red. Y que me has enganchado para el siguiente, sin duda alguna. Y de eso se trata. Entretenido, divertido, original y bien escrito. ¿Quién da más?
    Por cierto, que tengo yo uno que me he resistido a subir porque me parecía largo y, cortarlo e dos era como darle el tijeretazo (no está escrito para ser de dos capítulos, como el tuyo, ya me entiendes), así que no sé qué haré.
    Bueno, que hasta la próxima compañero. Un honor compartir tiempo contigo. Un fuerte abrazo
    Y ya me callo

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    1. Pues que coñazo conocer a alguien así Isidoro. Es cierto que este es un cuento para pasar el rato, sin demasiadas pretensiones, que de todo hay que escribir y si estrujamos demssiado la cabeza se gasta. La verdad me cuesta pensar que esta historia sencilla pueda llegar a enganchar mucho aunque no eres el primero que lo pone jeje.
      Pensé eso mismo que tu, si publicarlo de golpe y castigar a la gente con un relato largo que siempre se hacen pesados en esto de los blogs, o cortarlo de forma que pierde ritmo y queda un poco a medias. Al final opté por trataros bien :) Te animo a que publiques tu relato, viniendo de tu mano seguro que estará muy bien, el hecho de cortarlo es algo que hay que asumir en estos mundos blogueros.
      Muchas gracias por tu visita y tus comentarios tan amables Isidoro. Un abrazo compañero.

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  9. Coincido con Isidoro en que hay más de alguno que hace lo mismo a sabiendas, y no como el pobre Julio (¿o será que él también nos tiene engañados y se destapará el asunto en la segunda parte del relato?). Como todo texto con dos partes, quedamos a la espera de saber cómo continúa, por el momento vamos bien, Jorge, ya te diré lo que me parece el final...
    me quedo con las pinceladas con las que describes a los personajes, breves y sutiles, pero que dan mucho de sí.
    Saludos de inicios de año :)

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    1. Miedo me das Eva con ese "Ya te diré lo que me parece al final" con la experiencia que tienes en este género y lo bien que se te da, jaja. A ver que os parece la segunda parte, que igual he levantado demasiadas expectativas. Biquiños (entre gallegos nos entendemos)

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  10. De raruno nada, o será que me encantan los relatos raros.
    Una tónica habitual en ti es, inicialmente, describirnos el escenario en el que se mueven “los actores”, en esta ocasión el despacho-consulta del doctor.
    Si yo tuviera que acudir a la consulta del psiquiatra o del psicólogo me gustaría que su despacho fuera más minimalista, aunque no hasta el punto de parecer una habitación de hospital, un lugar sereno y relajante con menos “cosas”, así que creo que el despacho del doctor y sus gustos habla, en cierta manera, de él; por un lado es sobrio en los materiales (madera noble, cuero), y por otro, tiene gusto por la profusión de detalles algo recargados.
    Al margen de esto, bravo por el tratamiento de los dos personajes, el doctor y el paciente. El diálogo me ha parecido perfecto: profesional por parte del psicólogo, e ilustrativo por parte de Julio, aunque me parece que es más para carne de psiquiatra que de psicólogo ¡pobre!
    Jorge, no creo que sea necesario remarcar en cursiva el diálogo (de cuando Julio es sincero) tus lectores somos medianamente inteligentes, incluida yo mismamente aunque, a veces, no lo parezca ;) y podemos distinguir el registro violento sin que nos lo enseñes.
    Los diálogos de la segunda parte acertados de nuevo, ¡bien hecho!, requiere otro modo de expresión, más ligeros que el intercambio con el doctor, son chicos jóvenes, informales, amigos los tres.
    El “paisaje” de la fealdad de Reme muy bueno. Si se incide en la belleza de alguien ¿por qué no se va a poner el acento en la falta de ella?, aunque pobrecita amiga, sujeto directo de las sinceras burlas, no sé cómo lo aguanta.
    Para terminar, ¡qué rollo te estoy largando Jorge!, me parece que has tenido una genial idea, y que escribir una historia "ligera" no menoscaba en absoluto tu buen hacer, seguro que nos sorprenderás más y mejor en la segunda parte.

    Un fuerte abrazo amigo Jorge, hasta muy pronto.



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    1. Ay Isabel, que he roto una de las normas básicas de un relato corto! nunca empieces un cuento con una descripción. A decir verdad los dos primeros párrafos estaban intercambiados en la versión inicial, pero los cambié para intentar engañar un poco a la regla (sin mucho éxito).
      La verdad es que nunca he estado en la consulta de un psicólogo (aquí nuestra amiga Ana seguro que nos podría aconsejar), y no será porque no me haga falta, así que no sé si la descripción del despacho es muy verosímil, puede que se me haya ido un poco la mano. Pretendía que el despacho fuese un reflejo de la personalidad de su ocupante, un hombre vanidoso y ostentoso.
      Respecto a la cursiva, tiene dos objetivos, por un lado recalcar efectivamente los episodios de la enfermedad de Julio (no se si realmente es tan evidente como dices, en esto la visión del escritor es siempre muy parcial) y además y sobre todo en la segunda parte se juega con las cursivas o su falta para presentar los pensamientos de Julio con cierta intencionalidad... bueno si quieres cuando la leas hablamos de nuevo de ello ;)
      Respecto a la fealdad de Reme pues también hay un mensaje a desvelar más adelante... pero hasta ahí puedo decir. Muchas veces los autores llevamos nuestras historias más allá de lo que los lectores interpretáis, y otras pasa lo contrario.
      Si os sorprenderé o no en la segunda parte ya lo veremos jeje. Gracias por tu comentario y crítica Isabel, besos.

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  11. Buenos diiiiasss!!!!!!!!!!
    No es tan corto tu relato, hasta lo has dividido en tres partes.
    Sobre el psicólogo estuviste acertado con la descripción del despacho, lo imaginé así,tal como has dicho, vanidoso y ostentoso, así que lo clavaste.
    Vale Jorge, ya te diré cuando lo lea.
    Hasta pronto.

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    1. mmm o en dos (dos entradas) o en cuatro (cuatro actos o escenarios) pero en tres...¿? buenos días también, tardes casi, Isabel :)

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    2. Me pareció leer tres palitos III, ya sabes de mis despistes ;)
      Si llego a saber que publicas la segunda parte tan pronto me hubiera esperado para leerla al completo, con los capítulos de Lorca tardaste más entre uno y otro, creo recordar. Bueno... a ver si lo pillo mañana que ahora tengo que salir.

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    3. Bueno como esto eran sólo dos entregas no quise esperar mucho, sino se pierde el hilo, y de paso os meto presión jajaja. Pero sin prisas Isabel, que esto no es una competición :)

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  12. Me ha quedado algo por decirte que no te he mencionado en mi comentario de la segunda parte. Me ha parecido perfecta la división que has hecho en dos capítulos, así como los saltos en cada uno de ellos. Creo que es una historia que se podría presentar de cualquiera de las dos maneras y que quedaría bien en ambas. Sin embargo, al presentarlo en dos entradas, con la primera generas un interés adicional que le agrega algo más. Un placer de lectura.
    Ariel

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    1. Bueno la división ha sido porque para formato blog un relato demasiado largo se hace pesado y todos andamos justos de tiempo. Cortar un relato así creo que hace que se pierda un poco el hilo, por eso no he esperado mucho para publicar la segunda entrega. Me alegro que te haya gustado Ariel. Abrazos.

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  13. Pues yo Jorge he llegado primero al la 2º parte, pero no la he leído he preferido leer esta primera. Dejas una buena descripción de los personajes. Ahora voy a leer la 2º parte y ya saldré de dudas de que les pasa en ese noche de juerga. Un abrazo

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    1. Por orden como debe ser Maria del Carmen. A ver que te parece el final. Abrazos.

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  14. Me he leído con ansia el primer capítulo de este relato y paso sin más al segundo.
    Allí nos vemos, amigo Jorge.

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